8. Dios el Hijo:
Su Encarnación por Lewis Sperry Chafer
Al considerar la encarnación deben
de admitirse dos verdades importantes: 1) Cristo fue al
mismo tiempo, y en un sentido absoluto, verdadero Dios y verdadero hombre; y 2) al hacerse Él
carne, aun que dejó a un lado su Gloria, en ningún sentido dejó a un lado su deidad. En su
encarnación Él retuvo cada atributo
esencial de su deidad. Su total deidad
y completa humanidad son esenciales para su obra en la cruz. Si Él no hubiera sido hombre, no podría haber muerto; si
Él no hubiera sido Dios, su muerte no hubiera tenido tan infinito valor.
Juan declara (Jn. 1:1) que Cristo, quien era uno con
Dios y era Dios desde toda la eternidad,
se hizo carne y habitó entre nosotros (1:14).
Pablo, asimismo, declara que Cristo, quien
era en forma de Dios,
tomó sobre sí mismo la
semejanza de
hombres
(Fil. 2:6-7);
«Dios
fue
manifestado en carne» (1 Ti. 3:16); y Él, quien fue la total revelación de la gloria de Dios, fue la
exacta imagen de su persona (He. 1:3). Lucas, en más amplios detalles,
presenta el hecho histórico
de su encarnación, así
como
ambos su concepción y su
nacimiento (Lc.
1:26-38; 2:5-7).
La Biblia presenta muchos contrastes, pero ninguno más sorprendente que aquel que Cristo en
su persona debería ser al mismo tiempo verdadero Dios y verdadero
hombre. Las ilustraciones de estos contrastes
en las Escrituras
son muchas: Él estuvo cansado
(Jn. 4:6), y Él ofreció
descanso a los que estaban trabajados y cargados (Mt. 11:28); Él tuvo hambre (Mt. 4:2), y Él era
«el pan de vida» (Jn. 6:35); Él tuvo sed (Jn. 19:28), y Él era el agua de vida (Jn. 7:37). Él estuvo
en agonía (Lc.
22:44), y curó toda clase de enfermedades y alivió todo dolor. Aunque había
existido desde la eternidad (Jn. 8:58), Él creció «en edad» como crecen todos los hombres (Lc.
2:40). Sufrió la tentación (Mt. 4:1) y, como Dios, no podía ser tentado. Se limitó a sí mismo en
su conocimiento (Lc.
2:52), aun cuando Él era la sabiduría de Dios.
Refiriéndose
a su humillación, por la cual fue hecho un poco menor que los ángeles (He. 2:6-
7), Él dice: «Mi Padre es mayor que yo» (Jn. 14:28); y «Yo y el Padre uno somos» (Jn. 10:30), y
«El que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Jn. 14:9). Él oraba (Lc. 6:12), y Él contestaba
las oraciones (Hch. 10:31). Lloró ante la tumba de Lázaro (Jn. 11:35), y resucitó a los muertos
(Jn.
11:43). Él preguntó:
«¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?» (Mt. 16:13), y «no
tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre» (Jn. 2:25). Cuando estaba en la cruz exclamó: «Dios mío, Dios mio, ¿por qué me has
desamparado?» (Mr. 15:34). Pero el mismo Dios quien así clamó estaba en aquel momento «en
Cristo reconciliando al mundo a sí» (2 Co. 5:19). Él es la vida eterna; sin embargo, murió por
nosotros. Él es el hombre ideal para
Dios y el Dios ideal para el hombre. De todo esto se desprende que el Señor
Jesucristo vivió
a
veces su vida terrenal
en la esfera de lo que es perfectamente humano, y en otras ocasiones
en la esfera de lo que es perfectamente divino. Y
es necesario tener presente que el hecho de su humanidad nunca puso límite, de ningún modo, a su Ser
divino, ni le impulsó a echar mano de sus recursos divinos para suplir sus necesidades
humanas. Él tenía el poder de convertir las piedras en pan a fin de saciar su hambre; pero jamás lo hizo.
A. EL HECHO DE LA HUMANIDAD DE
CRISTO
1. La humanidad de Cristo fue determinada antes de la fundación del mundo (Ef. 1:4-7; 3:11;
Ap. 13:8). El principal significado del tipo del Cordero está en el cuerpo físico que se ofrece en
sacrificio cruento a Dios.
2. Cada tipo y
profecía del Antiguo Testamento concerniente
a Cristo,
anticipa el advenimiento del Hijo de Dios en su
encarnación.
3. El hecho de la humanidad
de Cristo se ve en la anunciación del ángel a María y en el
nacimiento del Niño Jesús(Lc. 1:31-35).
4. La vida terrenal de Cristo revela su humanidad: 1) Por sus nombres: «el Hijo del hombre»,
«el Hijo de David»,
u otros semejantes;
2) por su ascendencia terrenal: Se le menciona como «el
primogénito de María» (Lc.
2:7), «la
descendencia de David» (Hch.
2:30; 13:23), «la descendencia de Abraham» (He. 2:16), «nacido de mujer» (Gá. 4:4), «vástago de Judá» (Is.
11:1); 3) por el hecho de que Él poseía
cuerpo, y alma, y espíritu humanos (Mt. 26:38; Jn. 13:21;
1 Jn. 4:2, 9); y 4) por las
limitaciones humanas que Él mismo se impuso.
5. La humanidad de Cristo se manifiesta
en su muerte y resurreción. Fue un cuerpo humano el
que sufrió la muerte en la cruz, y fue ese mismo cuerpo el que surgió de la tumba en gloriosa resurrección.
6. La realidad de la humanidad de Cristo se ve también en su ascensión a los cielos y en el hecho de que Él está allí, en su
cuerpo humano glorificado intercediendo
por los suyos.
7. Y en su segunda venida será «el mismo cuerpo» -aunque
ya glorificado que adoptó en el milagro de la
encarnación.
B. LAS RAZONES BIBLICAS DE
LA ENCARNACION
1. Cristo vino al mundo para revelar a Dios ante los hombres (Mt. 11:27; Jn. 1:18; 14:9; Ro.
5:8; 1 Jn. 3:16). Por medio
de
la encarnación, el
Dios, a quien
los hombres no podían
comprender,
se revela en términos que son accesibles al entendimiento humano.
2. Cristo vino a revelar al hombre. Él es el Hombre ideal para Dios, y como tal, se presenta
como un ejemplo para los que creen en Él (1 P. 2:21), aunque no para los inconversos, pues el
objetivo de Dios en cuanto
a ellos no es meramente reformarlos,
sino salvarlos.
3. Cristo vino a ofrecer un sacrificio
por el pecado. Por esta causa, Él da alabanza por su cuerpo
a Dios, y esto lo hace en relación con el verdadero sacrificio que por nuestro pecado Él
ofreció en la cruz (He. 10:1-10).
4. Cristo se hizo carne a fin de destruir las obras del diablo (Jn. 12:31; 16:11; Col. 2:13-15; He. 2:14; 1 Jn. 3:8).
5. Cristo vino al mundo para ser «misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere» (He. 2:16-17; 8:1; 9:11-12,
24).
6. Cristo se hizo carne para poder cumplir el
pacto davídico (2 S.7:16; Lc. 1:31-33;
Hch. 2:30-
31, 36; Ro. 15:8). Él aparecerá en su cuerpo humano glorificado
y reinará como «Rey de reyes y
Señor de
señores», y se sentará en el trono
de David su padre (Lc. 1:32; Ap. 19:16).
7. Por medio de su encarnación, Cristo llegó a ser «Cabeza sobre todas las cosas y de la
iglesia», la cual es la Nueva Creación, o sea, la nueva raza
humana (Ef. 1:22). En la
encarnación, el Hijo de Dios
tomó para sí, no solamente un cuerpo humano, sino también un alma y un
espíritu humanos. Y poseyendo de este modo tanto la parte material como la inmaterial de la existencia humana, llegó a
ser un hombre en todo el sentido que esta palabra encierra,
y a identificarse tan
estrecha y
permanentemente
con los
hijos de los
hombres, que Él es correctamente llamado «el
postrer Adán»;
y «el cuerpo de
la gloria suya» (Fil.
3:21) es ahora una realidad que permanece para siempre.
El Cristo que es el Hijo Eterno, Jehová Dios, fue también el Hijo de María, el Niño de Nazaret,
el Maestro de Judea, el Huésped
de Betania, el Cordero del Calvario.
Y un día se manifestará
como el Rey de gloria, así como ahora
es el Salvador. de los hombres, el Sumo Sacerdote
que está en los cielos, el Esposo que
viene por su Iglesia, y el Señor.
PREGUNTAS
1. ¿Qué dos verdades importantes deben destacarse
en el estudio de la encarnación del Hijo de
Dios?
2. Por qué es importante sostener ambas cosas: la completa deidad y la completa humanidad
de Cristo?
3. ¿Qué evidencia
hay
de que Cristo tenía una total humanidad?
4. ¿Qué evidencia
hay
de que Cristo tuvo
experiencias humanas
normales?
5. ¿Cómo se
sostiene el hecho de su deidad aun cuando
Cristo estuvo en la tierra?
6. ¿Cómo está relacionada la encarnación con la revelación de
Dios al hombre?
7. ¿Cómo está relacionada la encarnación con el sacrificio de Cristo por el pecado?
8. ¿Cuál es la relación de la encarnación con respecto a destruir las
obras del diablo?
9. ¿Cómo se
relaciona la encarnación de Cristo con
su oficio de Sumo Sacerdote?
10. ¿Cuál es la relación del pacto
davídico con la encarnación?
11. ¿Cómo se relaciona
la posición de Cristo como Cabeza sobre la iglesia con respecto
a la encarnación?