11. Dios el Hijo:
Su Ascención y Sacerdocio por
Lewis Sperry Chafer
A. El hecho de la ascensión de
Cristo
Puesto que la resurrección de Cristo es la primera en una serie de exaltaciones de Cristo, su
ascensión a los cielos
puede
ser considerada
como el
segundo paso
importante. Esto
está registrado
en Marcos
16:19; Lucas 24:50-51 y
Hechos 1:9-11.
La pregunta
que se ha levantado
es si Cristo ascendió a los cielos
antes de su ascensión formal. Se
citan a menudo las palabras de Cristo a María Magdalena
en Juan 20:17, donde Cristo dijo:
«Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.» También se cita la tipología del Antiguo Testamento donde el sacerdote, después del sacrificio, traía la sangre dentro del
lugar Santísimo (He. 9:12, 23-24). Aunque los expositores han diferido en sus opiniones,
la
mayoría de los evangélicos interpretan el tiempo presente de Juan 20:17 «subo» como un futuro vivido. Las expresiones
en Hebreos de que Cristo entró al cielo con su sangre se traducen más correctamente «por medio de su sangre» o «a través
de su sangre». La aplicación
física de la
sangre sólo ocurrió en la cruz. Los beneficios de la obra acabada continúan para ser aplicados
a los creyentes hoy día
(1 Jn. 1:7).
Una última
pregunta se ha levantado con respecto
a
si
la
ascensión en
Hechos
1
fue literalmente un acto. Todo el pasaje sostiene
completamente el hecho de que Cristo literalmente
fue al cielo, tanto como El vino literalmente a la tierra cuando fue concebido y nacido. Hechos 1 usa cuatro palabras griegas para describir
la ascensión: «Fue alzado» (v. 9); «le recibió una nube
que le ocultó de sus ojos» (v. 9); «El se iba» (v. 10); y «ha sido tomado de vosotros al cielo» (v.
11), mejor traducido
como «recibido arriba» (cf. 9). Estas cuatro declaraciones son significativas
porque en el versículo 11 está predicho que su segunda venida será en igual manera; esto es, su
ascensión y su segunda venida serán graduales, visibles, corporales y con nubes (Hch. 1:9-11).
Esto se refiere a su venida para
establecer su reino, más
que al rapto de la iglesia.
B. Evidencia para la llegada de Cristo al cielo.
Aunque la evidencia para su ascensión
desde la tierra al cielo es completa, el hecho de que se
afirme que Cristo haya llegado al cielo confirma el hecho de su ascensión
(Hch. 2: 33-36; 3:21;
7:55-56; 9:3-6; 22:6-8; 26:13-15; Ro. 8:34; Ef. 1:20-22; 4:8-10; Fil. 2:6-11; 3:20; 1 Ts. 1:10;
4:16; 1 Ti. 3:16; He. 1:3, 13; 2:7; 4:14; 6:20; 7:26; 8:1; 9:24; 10:12-13; 12:2; 1 Jn. 2:1; Ap. 1:7,
13-18; 5:5-12; 6:9-17;
7:9-17; 14:1-5; 19: 11-16).
C. El significado de la ascensión.
La ascensión
señaló el fin de su ministerio terrenal. Así como Cristo había venido, nacido en
Belén, también ahora
El
había retornado
al Padre.
También
marcó
el
retorno
a
su
gloria manifiesta,
la cual estaba oculta en su vida terrena aun después de su resurrección. Su entrada en los cielos fue un gran triunfo,
significando el acabamiento de su obra en la tierra y una entrada
dentro de su nueva esfera de trabajo
a la diestra del Padre.
La posición de Cristo en los cielos es de señorío universal mientras espera su último triunfo y su segunda venida, y se presenta frecuentemente a Cristo a la diestra del Padre (Sal. 110:1; Mt.
22:44; Mr. 12:36;
16:19; Lc. 20:42-43;22:69; Ro. 8:34; Ef. 1:20; Col. 3:1; He. 1:3-13; 8:1;
10:12; 12:2; 1 P. 3:22). El trono que Cristo ocupa en los cielos es el trono del Padre; no debe confundirse con el trono davídico, el cual es terrenal. La tierra aún espera el tiempo cuando será
hecho el estrado de sus pies y su trono será establecido sobre la tierra (Mt. 25:31). Su posición
presente es, por supuesto, de honor y autoridad, y manteniéndose
siempre como Cabeza de la Iglesia.
D. La obra
presente de Cristo en los cielos.
En su posición
a la diestra del Padre, Cristo cumple las siete figuras que lo relacionan con la
iglesia:
1) Cristo como el último Adán y cabeza de una nueva creación;
2) Cristo como la Cabeza del cuerpo de Cristo;
3) Cristo como el Gran Pastor de sus ovejas;
4) Cristo como la Vida Verdadera en relación a las ramas;
5) Cristo como la principal Piedra
de Angulo en relación
a la iglesia como piedras de un edificio;
6) Cristo
como
nuestro Sumo
Sacerdote en relación
a
la
iglesia
como sacerdocio
real;
7) Cristo como el Esposo en relación a la iglesia como su novia. Todas estas figuras están llenas de significado en describir su obra presente. Su ministerio principal,
sin embargo, es como Sumo
Sacerdote
representando a la
Iglesia ante el trono de Dios.
Se revelan cuatro importantes verdades en su
obra como Sumo Sacerdote:
1. Como Sumo Sacerdote sobre el verdadero
tabernáculo en lo alto, el Señor Jesucristo ha entrado en el mismo cielo para ministrar como Sacerdote en favor de aquellos
quienes son su propiedad en el mundo (He. 8:1-2). El hecho de que El, cuando ascendió, fue recibido por su Padre
en los cielos es una evidencia que su ministerio terrenal fue aceptado. El que se sentara
indicó que su obra a favor del mundo estaba completada.
El que se sentara en el
trono de su Padre y no en su propio trono revela la
verdad, tan constante y consistentemente enseñada
en las Escrituras,
que El no estableció un reino en la tierra en su primera venida
al mundo, pero que El está ahora «esperando» hasta el tiempo cuando
aquel reino vendrá en la tierra y lo
divino será hecho en la tierra
así como en el
cielo.
«Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos» (Ap.
11:15); el Hijo -Rey aún- pedirá de su Padre, el cual le dará «por herencia las naciones y como posesión suya los confines de la tierra» (Sal. 2:8).
Sin embargo, la Escritura claramente indica que El no está estableciendo ahora esta legislación
del reino en la tierra (Mt. 25:31-46),
sino que más bien está llamando de ambos, judíos y
gentiles, un pueblo celestial
el cual está relacionado con El como su cuerpo y novia. Después de
que el propósito presente sea cumplido El retornará y «reedificaré el tabernáculo de David, que
está caido» (Hch. 15:16;
cf. vs. 13-18). Aunque El es un Rey-Sacerdote de acuerdo al tipo de
Melquisedec (He. 5:10; 7:1), El está ahora sirviendo como Sacerdote y no como Rey. El que viene otra vez y será
entonces el Rey de
reyes,
está ahora ascendido para ser «cabeza sobre todas las cosas» (Ef. 1:22-23).
2. Como nuestro Sumo Sacerdote, Cristo es el dador de los dones espirituales. De acuerdo al Nuevo Testamento, un don es una capacitación
divina traída al creyente y a través del creyente
por medio del Espiritu
que mora en él. Es el Espiritu trabajando para cumplir ciertos propósitos
divinos y usar a quien El habita para este fin. El mora con ese fin. No es de ninguna manera una
obra humana ayudada por el Espíritu.
Aunque ciertos dones generales están mencionados en las Escrituras
(Ro. 12:3-8; 1 Co. 12:4-11), la
variedad posible es innumerable, puesto que nunca se viven dos vidas exactamente bajo las
mismas condiciones. Sin embargo, a cada creyente le es dado algún don; pero la bendición y el
poder del don será experimentado solamente cuando la vida está totalmente rendida
a Dios (cf. Ro. 12:1-2, 6-8). Habrá poca necesidad
de exhortación para un servicio honrado por Dios para aquel
que está lleno con el Espiritu; porque el Espíritu estará trabajando en él en
ambos sentidos, tanto para querer como para hacer su buena voluntad (Fil. 2:13).
De igual manera,
ciertos hombres que son llamados de «entre los hombres» son provistos y colocados localmente en su servicio por el Cristo ascendido (Ef. 4:7-11). El Señor no dejó su
obra al juicio incierto
e insuficiente de los hombres (1
Co. 12:11, 18)
3. El Cristo ascendido como Sacerdote vive siempre para hacer intercesión por los suyos. Este ministerio comenzó antes de que El dejara la tierra (Jn. 17:1-26), y es para los salvos más bien
que para los no salvos (Jn.
17:9), y continuará en los cielos
tanto tiempo como los suyos
estén en el mundo. Su obra de intercesión tiene que ver con la debilidad,
necesidad de ayuda y la
inmadurez de los santos que están sobre la tierra -cosas en las cuales ellos no son en ninguna
manera culpables-. El, quien conoce las limitaciones de los suyos, y el poder y la estrategia del
enemigo con quien ellos tienen que luchar, les es a ellos un Pastor y Obispo para sus almas. Su cuidado de Pedro es una ilustración de esta verdad (Lc. 22:31-32).
La intercesión sacerdotal
de Cristo no es sólo eficaz, sino que también sin fin. Los sacerdotes de la antigüedad
fallaron a causa de la muerte; pero Cristo, puesto que vive para siempre, tiene un
sacerdocio inmutable. «Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se
acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por
ellos» (He. 7;25).
David reconoce el mismo
cuidado pastoral y su garantía
de seguridad eterna (Sal.
23:1).
4. Cristo se presenta actualmente por los suyos en la presencia de Dios. A menudo el hijo de
Dios es culpable de algún pecado que le separaría
completamente de Dios si no estuviera de por medio la
abogacía de Cristo y la obra que El efectuó por su muerte en la cruz. El efecto del pecado sobre el cristiano es la pérdida
de gozo, paz y poder espirituales. Por otra parte, estas bendiciones se restauran
según la gracia infinita de Dios sobre la sola base de la confesión del
pecado (1 Jn. 1:9); pero más importante es considerar
el pecado del cristiano
en relación con el carácter
santo de Dios.
Por medio de la presente abogacía
sacerdotal de Cristo en los cielos, hay absoluta seguridad
de salvación para los hijos del Padre Celestial
aun mientras ellos están pecando. Un abogado es aquel
que expone y defiende la causa de otro ante los tribunales públicos.
En el desempeño de sus funciones de Abogado, Cristo está ahora en el cielo interviniendo a favor de los suyos (He.
9:24) cuando ellos pecan (1 Jn. 2:1). Se revela que su defensa la hace ante el Padre, y que
Satanás está allí también acusando sin cesar día y noche a los hermanos, en la presencia
de Dios (Ap. 12:10). Es posible
que
al
cristiano le
parezca que el
pecado
que ha cometido es
insignificante; pero no es así para el Dios santo, quien no podría nunca tratar con ligereza lo que
representa una ofensa a su divina justicia. Aun el pecado que es secreto en la tierra es un gran
escándalo en el cielo. En la gracia maravillosa de Dios, y sin necesidad
de que intervenga solicitud alguna de parte de los hombres, el Abogado defiende la causa del cristiano culpable.
Y lo que el Abogado hace para garantizar así la seguridad
del creyente está tan de acuerdo con la
justicia divina, que El es llamado, en relación
con este ministerio de abogar por los suyos,
«Jesucristo el justo». El defiende
a los hijos de Dios a base de la sangre que fue derram ada en la
cruz, y en esta forma el Padre
tiene completa libertad para defenderles contra toda acusación
proveniente de Satanás o de los hombres y contra todo juicio que en otras circunstancias el
pecado impondría sobre el pecador; y todo esto se hace posible porque Cristo, a través de su muerte, llegó a ser la «propiciación por nuestros pecados» (los pecados de los cristianos) (1 Jn.
2:2).
La verdad referente al ministerio sacerdotal
de Cristo en los cielos no está de ninguna manera facilitando para
los verdaderos cristianos la práctica del pecado. Al contrario,
estas mismas cosas
son escritas para que no pequemos (1 Jn. 2:1); porque
ninguno puede pecar con ligereza o descuido cuando considera la enorme tarea de defensa que a causa del pecado del cristiano tiene que realizar necesariamente el Abogado
Cristo Jesús.
Puede decirse, en conclusión, que Cristo
cumple su ministerio
de Intercesor y Abogado
para la eterna seguridad de
aquellos que ya son salvos en El
(Ro. 8:34).
E. La Obra Presente De Cristo Sobre La Tierra.
Cristo está también obrando en su iglesia sobre la tierra al mismo tiempo que está a la diestra del Padre en el cielo. En numerosos pasajes se dice que Cristo habita en su iglesia y está con su iglesia (Mt. 28:18-20; Jn. 14:18, 20; Col. 1:27). El está en su iglesia en el sentido de que es El quien da vida a su iglesia
(Jn. 1:4; 10:10; 11:25; 14:6; Col. 3:4; 1 Jn. .5:12).
Se puede concluir que la obra presente de Cristo es la clave para entender la presente tarea de Dios
de llamar a un pueblo para formar el cuerpo de Cristo, y el poder y la santificación de este pueblo para ser testigos
de Cristo hasta lo último de la tierra. Su obra presente
es preliminar y a ella
seguirán los eventos que tienen relación con su segunda venida.
PREGUNTAS
1. ¿Cómo se
relaciona la ascensión de
Cristo con su exaltación?
2. Tratar el punto sobre si Cristo
ascendió en el día de su resurrección.
3. ¿Qué evidencia puede ofrecerse para probar que la ascensión relatada en Hechos fue una
ascensión literal?
4. ¿Hasta qué grado la Escritura testifica
la llegada de Cristo al cielo después
de su ascensión?
5. ¿Cómo se
relaciona la ascensión de
Cristo con su ministerio terrenal?
6. ¿En qué sentido la ascensión de
Cristo fue un triunfo?
7. Distinguir el trono
de Cristo en los cielos del
trono davídico.
8. Nombrar
las siete figuras relativas a Cristo
con su Iglesia.
9. ¿Cuál es el significado de Cristo
ahora sentado en el trono del Padre?
10. ¿Cómo se relaciona
Cristo como nuestro
Sumo Sacerdote
y
el
dador de los
dones
espirituales a los hombres?
11. Contrastar la intercesión sacerdotal
de Cristo con los
sacerdotes del Antiguo Testamento.
12. Describir la obra de Cristo como nuestro Abogado
en los cielos.
13. ¿Hasta qué grado está Cristo también
trabajando en la tierra durante esta edad presente?