7. Dios el Hijo:
Su Preexistencia por Lewis Sperry Chafer
Siendo al mismo tiempo perfectamente humano y perfectamente divino, el Señor Jesucristo es
semejante y a la vez distinto
a los hijos de los hombres. Las Escrituras son muy claras respecto
a la semejanza de Él
con los humanos (Jn. 1:14; 1 Ti.
3:16; He. 2:14-17), y lo
presentan como a un hombre
que
nació, vivió, sufrió y murió entre los hombres. Pero de igual manera la Biblia
enseña que Él es diferente a nosotros, no solamente en el carácter
impecable de su vida terrenal, en
su muerte vicaria y en
su gloriosa resurrección
y ascensión,
sino
también en
el hecho maravilloso de su preexistencia eterna.
En cuanto a su humanidad, Él tuvo principio,
pues fue concebido
por el poder del Espíritu
Santo y nació de una virgen. En cuanto a su divinidad, Él no tuvo principio, pues ha existido
desde la eternidad. En Isaías 9:6 leemos: «Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado.» La
distinción es obvia entre el niño que nació y el Hijo que nos es dado.
Así también en Gálatas 4:4 se declara:
«Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley.» El que existía desde la eternidad,
llegó a ser, en la plenitud
del
tiempo,
«nacido (la descendencia)
de mujer». Declarando que Cristo fue
preexistente, meramente se afirma que Él existió antes de que se hubiera encarnado, puesto que todos
los propósitos también afirman que Él existía desde toda la eternidad pasada. La idea de
que Él era preexistente sólo
en el sentido de ser el primero de todos
los seres creados (la así
llamada herejía arriana
del siglo IV) no es una enseñanza moderna. Así las pruebas de su preexistencia y las pruebas para su eternidad pueden ser agrupadas juntas. Es también evidente que si Cristo es Dios, Él es eterno, y si Él es eterno, Él es Dios, y las pruebas para la deidad de Cristo
y su eternidad se sostienen unas a otras.
La eternidad
y deidad de Jesús es establecida por dos líneas de revelación: 1ª.) Declaraciones
directas, y 2ª.) Implicaciones
de la Escritura.
A. DECLARACIONES DIRECTAS DE LA ETERNIDAD Y DEIDAD DEL HIJO DE DIOS
La eternidad y deidad de Jesucristo están sostenidas
en una vasta área de la Escritura,
la cual afirma su infinita Persona y su existencia
eterna igual con las otras Personas de la Trinidad. Este
hecho no es afectado por su
encarnación.
La Escritura declara en Juan 1:1-2: «En el principio
era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio
con Dios.» De acuerdo a Miqueas 5:2: «pero tú, Belén
Efrata, pequeño para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus
salidas son desde
el principio, desde los días de
la eternidad.»
Isaías 7:14 afirma su nacimiento virginal y le da el nombre de Emanuel,
lo cual significa
«Dios con nosotros». De acuerdo a Isaías 9:6-7, aunque Jesús fue un niño nacido, Él fue
también dado como un Hijo y es llamado específicamente «el Dios fuerte». Cuando Cristo declaró en Juan 8:58:
«De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy», los judíos entendieron
que esto era una afirmación de la deidad y la eternidad (cf. Ex. 3:14; Is. 43:13). En Juan 17:5, Cristo, en su oración, declaró: «Ahora, pues, Padre, glorifícame tú para contigo, con aquella gloria que tuve
contigo antes que el mundo fuese» (cf. Jn. 13:3). Filipenses
2:6-7 dice que Cristo fue «en
forma de Dios» antes de su encarnación. Una declaración más explícita
se hace en Colosenses
1:15-19, donde se declara que Jesucristo es, antes de toda la creación, el Creador
mismo, y la
imagen exacta del Dios invisible. En 1 Timoteo 3:16 se declara a Jesucristo como «Dios...
manifestado en carne». En Hebreos 1:2-3 el hecho
de que el, Hijo es el Creador y la exacta imagen de Dios se declara nuevamente, y su eternidad se afirma en 13:8 (cf. Ef. 1:4; Ap. 1:11).
La Escritura declara muy a menudo que Cristo es eterno y que Él es Dios. La educación
contemporánea, la cual acepta la Biblia como la autoridad irresistible con excepción
de algunas sectas-, afirma la
eternidad y deidad de Cristo.
B. IMPLICACIONES
DE QUE EL HIJO DE DIOS ES ETERNO
La Palabra de Dios constante y consistentemente implica la preexistencia y eternidad
del
Señor Jesucristo.
Entre las pruebas obvias de
este hecho pueden resaltarse
varias:
1. Las obras de la creación son adjudicadas
a Cristo (Jn. 1:3; Col. 1:16; He. 1:10). Por lo tanto, Él antecede a toda la creación.
2. El Ángel de Jehová, cuya apariencia
se recuerda a menudo en el Antiguo Testamento, no es otro
que el Señor Jesucristo. Aunque Él aparece algunas
veces como un ángel o aun como un hombre, Él lleva las marcas de la deidad. Él apareció a Agar (Gn. 16:7), a Abraham (Gn. 18:1;
22:11-12; véase Jn. 8:58), a Jacob (Gn. 48:15-16;
véase también Gn. 31:11-13; 32:2432),
a Moisés (Ex. 3:2, 14), a Josué (Jos. 5:13-14) y a Manoa (Jue. 13:19-22). Él es quien lucha por los
suyos y los defiende (2
R. 19:35; 1 Cr. 21:15-16; Sal. 34:7;
Zac. 14:1-4).
3. Los títulos adjudicados
al Señor Jesucristo
indican
la
eternidad de su Ser.
Él
es
precisamente lo que sus nombres sugieren. Él es «el Alfa y Omega», «el Cristo», «Admirable»,
«Consejero», «Dios fuerte», «Padre eterno», «Dios», «Dios con nosotros», el «gran Dios y
Salvador» y «Dios bendito para siempre». Estos
títulos identifican al Señor Jesucristo
con la revelación del Antiguo Testamento acerca de Jehová-Dios (compárese Mt. 1:23 con Is. 7:14; Mt.
4:7 con Dt. 6:16; Mr. 5:19 con Sal. 66:16, y Sal. 110:1 con Mt. 22:42-45).
Además, los nombres que el Nuevo
Testamento le da al Hijo de Dios se hallan íntimamente
relacionados con los títulos del Padre y del Espíritu, lo que indica que Cristo está en un plano de
igualdad con la Primera y la Tercera Personas de la Trinidad
(Mt. 28:19; Hch. 2:38; 1 Co. 1:3; 2
Co. 13:14; Jn. 14:1; 17:3; Ef. 6:23; Ap. 20:6; 22:3), y explícitamente Él es llamado Dios (Ro.
9:5;
Jn. 1:1; Tít. 2:13; He.
1:8).
4. La preexistencia del Hijo de Dios se sobreentiende en el hecho de que Él tiene los atributos
de la
Deidad: Vida (Jn. 1:4), Existencia en sí mismo (Jn. 5:26), Inmutabilidad (He. 13:8),
Verdad (Jn. 14:6),
Amor (1
Jn.
3:16), Santidad
(He.
7:26), Eternidad (Col. 1:17;
He.
1:11),
Omnipresencia (Mt. 28:20), Omnisciencia (1 Co. 4:5; Col. 2:3) y Omnipotencia (Mt. 28:18; Ap.
1:8).
5. De igual manera,
la preexistencia de Cristo se sobreentiende en el hecho de que Él es adorado como Dios (Jn. 20:28; Hch. 7:59-60; He. 1:6). Por lo tanto, se concluye que siendo el Señor Jesucristo Dios, Él existe de eternidad a eternidad.
Este capítulo, que recalca la Deidad de Cristo, debe estar inseparablemente relacionado con el que sigue, en el cual se da énfasis a la humanidad
del Hijo de Dios, realizada
a través de la encarnación.
PREGUNTAS
1. Contrastar la evidencia para
las naturalezas humana y divina
de Cristo.
2. ¿Cuáles son algunas de las evidencias para la
eternidad del Hijo de Dios?
3. ¿Cómo la
eternidad de Dios prueba su deidad?
4. ¿Qué implicaciones adicionales
hay
de sus obras que el Hijo
de Dios es eterno?
5. ¿Cómo las obras del
Hijo de Dios prueban su deidad?
6. ¿Cómo está sostenida la eternidad
de Cristo por sus títulos?
7. ¿Cómo está la eternidad
de Cristo sostenida por sus
otros atributos?
8. ¿Cómo los
atributos de Cristo prueban su deidad?
9. ¿Cuán importante es para nuestra fe cristiana
la doctrina de la deidad y eternidad de
Jesucristo?