3. La Biblia:
Su Tema
y Propósito por Lewis Sperry Chafer
A. JESUCRISTO COMO TEMA.
Nuestro Señor Jesucristo es el supremo tema de la Biblia. Leyendo la Escritura,
sin embargo,
las perfecciones de Cristo en Su Persona y Su obra se hallan
presentadas en diversos
aspectos.
1. Jesucristo Como Creador.
Los primeros capítulos del Génesis describen
la creación del mundo como llevada a cabo por Dios, utilizando la palabra
Elohim, la cual incluye a Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el
Espíritu Santo. Sólo cuando se llega al Nuevo Testamento es cuando queda revelado
claramente que todas las cosas fueron hechas por Cristo (Jn. 1:3). De acuerdo
con Colosenses 1: 16-17:
«Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra,
visibles e invisibles; sean tronos,
sean dominios,
sean principados, sean potestades;
todo fue
creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas
en él
subsisten.» Esto no quiere decir que Dios Padre y Dios Espíritu Santo no tuviesen parte
en la creación,
pero se da a Cristo el lugar principal como autor de la creación
del universo. De
acuerdo con esto, las perfecciones
del universo reflejan la obra de Sus manos.
2. Jesucristo como el supremo gobernante
del mundo.
Puesto que El es el Creador, Jesucristo
ocupa también el lugar de supremo gobernante del Universo. Puesto que la Escritura atribuye la completa soberanía
al Dios Padre, está claro que es Su propósito el que Cristo debería
gobernar el mundo (Sal. 2:8-9). Es propósito de Dios que toda
lengua tenga
que confesar que Cristo es el Señor y que toda rodilla se inclinará
ante, El (Is.
45:23; Ro. 14:11; Fil. 2:9-11). La historia del hombre, aunque registra su rebelión contra Dios (Sal. 2:1-2), revela que Cristo
está esperando
el
día en que su
completa
soberanía
queda
expresada sobre la totalidad del mundo (Sal. 110:1). El día llegará en que Cristo será el Señor de
todas las cosas; será juzgado el pecado y la
soberanía de Jesucristo revelada (Ap.
19:15-16).
En el cumplimiento
de su propósito Dios ha permitido que los gobernantes terrenales hayan
ocupado sus
tronos. Grandes naciones e imperios
se han levantado
y han caído, tales como Egipto, Asiria, Babilonia, el imperio Medopersa, Grecia y Roma; pero el reino final será el reino procedente de los cielos, sobre
el cual Cristo ha de reinar (Dn. 7:13-14).
No solamente es Cristo el Rey que gobernará todas las naciones, sino que gobernará en el
trono de. David
como el Hijo de David,
y especialmente será el Rey de Israel (Lc. 1:31-33). Esto, en particular, se hará evidente cuando El vuelva y reine sobre la totalidad del mundo, incluyendo el
Reino de Israel.
Su soberanía está también expresada
en su relación con la iglesia, de la cual El es la cabeza (Ef. 1:
22-23). Como supremo. gobernador del mundo, de Israel y de la Iglesia (Ef. 1:20-21),
Cristo es el Juez Supremo de
todos los hombres (Jn.
5:27; cf. Is. 9:6-7; Sal. 72:1-2, 8, 11).
3. Jesucristo como el Verbo Encarnado.
En el Nuevo testamento especialmente, Jesucristo se revela como el
Verbo Encarnado, La personificación física de lo que es el propio Dios, y una revelación de la naturaleza y el ser de
Dios. En Cristo quedan revelados todos los atributos
que pertenecen a Dios, especialmente su
sabiduría, poder, santidad y amor. Mediante Jesucristo, los hombres pueden conocer a Dios en una forma más precisa y detallada que en cualquier
otra
forma de la revelación divina.
Jesucristo es el Verbo
(Jn. 1:1). De acuerdo con lo
que se dice en Hebreos 1:3, Cristo,
«siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado
la purificación de nuestros pecados, por medio de sí mismo, se sentó
a la diestra de la Majestad en las alturas». Es un propósito fundamental de Dios revelarse a sí mismo a sus criaturas, mediante Jesucristo.
4. Jesucristo como Salvador.
En el drama de la historia, comenzando
con la creación del hombre, la caída y el fin con los
nuevos cielos y la nueva tierra, la obra de Jesucristo como Salvador es un tema prominente de la Escritura. Cristo es la simiente prometida que conquistará a Satanás (Gn. 3:15). En el Antiguo Testamento, Cristo aparece descrito como el siervo de Jehová, quien echará sobre sí los pecados de
la totalidad del mundo (Is. 53:4-6; cf. Jn. 1:29). Como sacrificio por el pecado, El tiene que
morir sobre la cruz y sufrir el juicio del pecado de todo el mundo (1 Co. 15:3-4; 2 Co. 5: 19-21;
1 P. 1:1849; 1 Jn. 2:2; Ap. 1:5). Como Salvador, El no solamente es el sacrificio
por el pecado, sino también nuestro Sumo Sacerdote (He. 7:25-27).
Uno de los propósitos centrales de Dios, como se revela
en la Escritura, es el de proveer la salvación mediante Jesucristo
para una raza que está perdida. De acuerdo con esto, desde el
Génesis hasta,
el Apocalipsis,
Jesucristo es presentado
en
forma suprema,
como el
único
Salvador (Hch. 4:12).
B. LA HISTORIA DEL HOMBRE
EN LA BIBLIA
Aunque la Biblia está fundamentalmente producida
y diseñada para la glorificación de Dios, también registra la historia del hombre, en estrecha relación con tal propósito.
La narrativa en la
creación, en los primeros capítulos
del Génesis culmina en la creación de Adán y Eva. La Escritura, considerada
como un todo, contiene un plan de Dios y un propósito
para la raza humana.
Conforme van mostrándose
los posteriores capítulos, los soberanos designios de Dios están
majestuosamente manifestados
en la historia de la raza. Los inmediatos descendientes de Adán y Eva son borrados
de la faz de la tierra en el
Diluvio, acaecido en tiempos de Noé. En Génesis 10
se relata que los descendientes de Noé forman las tres importantes divisiones de la raza humana. Después, los descendientes de Noé también fallaron
y fueron juzgados
en la Torre de Babel, y Dios eligió a Abraham
para llevar a cabo su propósito de revelarse a sí mismo mediante el pueblo de Israel. Comenzando en Génesis 12, el tema dominante de la Biblia es la aparición y la historia de la nación de Israel. La mayor parte del Antiguo Testamento se ocupa de esta pequeña
nación, en relación
con la masa de los gentiles que existen respecto a ella. En los propósitos de Dios esto culmina en el Nuevo Testamento con la llegada de Jesucristo, quien de forma suprema cumplió
la promesa dada
originalmente a Abraham de que mediante su simiente todas las
naciones del mundo serían
bendecidas.
En el Nuevo Testamento emerge otra importante
división de la Humanidad, esto es, la iglesia como el
cuerpo de Cristo, comprendiendo tanto a judíos
como a gentiles, quienes creen en
Jesucristo como su Salvador.
De esta forma,
el
Nuevo
Testamento se ocupa,
en
especial mediante
los Hechos y las Epístolas, de los procedimientos de Dios
con la Iglesia. El libro del Apocalipsis es el gran clímax de todo el contexto. La sucesión de los grandes imperios -comenzando
con Egipto y Asiria y continuando con Babilonia, el imperio Medopersa, Grecia y Roma- tiene como culminación el
Reino que viene
de los
cielos en la segunda venida de Cristo. Los judíos
y
los
gentiles,
igualmente, se
encuentran en el reino milenario
con Israel que
ve las profecías
cumplidas
poseyendo la tierra
bajo su Rey el Mesías,
y las naciones
del mundo gozando
también de las bendiciones del reino milenial.
Mientras que el tema de la Escritura se centra en Jesucristo y relata la historia del mundo para
el propósito de Dios y su glorificación,
las acciones más importantes de Dios pueden, de acuerdo
con ella, ser vistas en la demostración de su soberanía en relación
con las naciones, su confianza
y fe
en relación con Israel y su gracia con respecto
a la iglesia. La consumación de todo ello se encuentra en los nuevos cielos y la nueva tierra, y la nueva Jerusalén.
Y así la historia retrocede y empieza la Eternidad.
C. EL PROPOSITO DE LA BIBLIA
De acuerdo con la Palabra de Dios escrita, un propósito
supremo se revela en todo lo que Dios ha hecho o hará, desde el comienzo de la creación hasta la más lejana eternidad. Este supremo
propósito es la manifestación
de la gloria de
Dios. Para este propósito
fueron
creados los ángeles, fue diseñado el universo material que es como un reflejo
de su gloria, y el hombre
creado a la imagen y semejanza
de Dios. En la inescrutable sabiduría de Dios, incluso el pecado
fue permitido y provista
la redención como una perspectiva hacia la realización de tal supremo
propósito.
El que Dios manifieste
su gloria está de acuerdo con sus infinitas perfecciones.
Cuando el hombre intenta glorificarse a sí mismo es siempre una cuestión discutible, dada su imperfección.
Para Dios, el manifestar su gloria
es
expresar y revelar
la
verdad, que
tiene
una
infinita
capacidad de bendición para la criatura.
Puesto que Dios es infinito
en su ser y absoluto en su
perfección, El merece
la gloria infinita, y sería una injusticia
de infinitas proporciones si se le
escatimara la completa expresión de tal honor y gloria que son totalmente suyas. Al manifestar su gloria, Dios
no está buscándose
a sí mismo, sino más bien expresando su gloria para el beneficio de la creación, obra suya. La revelación de Dios a sus criaturas
les ha proporcionado un objeto valiosísimo para el amor
y la
devoción, ha proporcionado asimismo materia para la fe, y la paz de la mente, y ha dado
al hombre la seguridad de la salvación en el tiempo y en la eternidad. Cuanto más comprenda el
hombre la gloria de Dios, mayor será la bendición que enriquezca su existencia
y que
se proporcione a sí mismo.
Puesto que la Biblia es el mensaje de Dios hacia el hombre, su propósito supremo es que Él
pueda ser glorificado.
La Biblia refiere:
1. Que «todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra,
visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean potestades, sean poderes; todo fue creado por medio de él y para él» (para su gloria -Col. 1:16). Ángeles y hombres, el universo material y toda criatura, todo ha sido creado para su gloria.
«Los cielos declaran la gloria de Dios» (Sal.
19:1).
2. La nación de Israel es para la gloria de Dios (Is. 43:7, 21, 25; 60:1, 3, 21; Jer.
13:11).
3. Que la Salvación es para la gloria de Dios (Ro. 9:23), ya que será una manifestación de la
gracia de Dios (Ef. 2:7) y
es ahora una manifestación de
la sabiduría de Dios (Ef. 3:10).
4. Que todo servicio tiene que ser para la gloria de Dios (Mt. 5:16; Jn. 15:8; 1 Co. 10:31; 1 P.
2:12; 4:11, 14). La Biblia, en sí misma, es el instrumento de Dios mediante
el cual El prepara al
hombre
de Dios para toda buena obra (2 Ti.
3: 16-17).
5. Que la nueva pasión
del cristiano es que Dios pueda ser glorificado (Ro. 5:2).
6. Incluso la muerte del
creyente se
dice que es para este fin
(Jn. 21:19; Fil. 1:20).
7. El que sea salvo está destinado
a compartir la
gloria de Cristo (Jn. 17:22; Col. 3:4).
Tomada como un todo,
la
Biblia difiere
en su tema
y propósito
de cualquier
otro
libro
existente en el mundo. Se
alza
como algo glorioso, reflejando
el lugar del hombre en
la vida y su oportunidad de salvación, el supremo
carácter y la
obra de Jesucristo
como Salvador, y proporciona, en detalle, las infinitas glorias
que pertenecen al propio Dios. Es el único libro que revela la criatura de parte de su Creador, el plan mediante el cual el hombre, con todas sus
imperfecciones,
puede ser reconciliado en una eterna coexistencia filial con el eterno
Dios.
PREGUNTAS
1. ¿Qué evidencia
se encuentra de que Cristo ha participado en la creación?
2. ¿En qué sentido es Cristo el supremo gobernante
del mundo y cómo está expresado?
3. Explicar
cómo Cristo
es la suprema revelación de Dios.
4. Determinar la temática
de la Escritura que trata a Cristo como Salvador, incluyendo la mención de
los pasajes del Nuevo Testamento
5 ¿De qué forma registra la Biblia
lo concerniente a la historia del hombre en
el Génesis 1:1?
6. ¿Para qué propósito escogió Dios
a Abraham?
7. ¿En qué manera culmina la historia
de Israel en Cristo?
8. ¿Qué nuevo propósito se revela
en el Nuevo Testamento?
9. ¿Qué grandes
naciones caracterizan la historia?
10. Distinguir los
propósitos de Dios en su relación
con las naciones, Israel y la iglesia.
11 ¿En qué medida revela la Biblia la
gloria de Dios como su
propósito supremo?